2/19/2015

¿Por qué al Estado colombiano le conviene que la corte apruebe la adopción por parte de parejas del mismo sexo?

Por: Johan Ticora.

Ayer fue un día decisivo para el país en materia de derechos y reconocimiento, el señor José Roberto Herrera, conjuez de la Corte Constitucional, decidió si parejas homosexuales podrían adoptar o no; pero conociendo la procedencia ideológica de don Roberto, ya se veía un poco difícil la posibilidad de una decisión favorable para la comunidad gay colombiana.

En una entrevista al noticiero de La F.m. el conjuez había dicho que tomaría una decisión con “gran responsabilidad” y que solo Dios sabe porque quedó en él una decisión tan importante para el país. Por un momento quise tener fe en su respuesta y creí que diría que solo en la constitución está la solución al acertijo. 

¡No nos digamos mentiras! Más allá del escenario político que no pierde escape de donde están las mal llamadas “minorías”, más allá de los derechos a la igualdad y a tener una familia, que reclaman la comunidad gay y, que la misma constitución apela. Al Estado colombiano le convenía una decisión a favor de la adopción igualitaria. Si la demanda es mayor, la responsabilidad del Estado es menor.

Según datos de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS, 2010), el 7 por ciento de los niños y niñas menores de 15 años no viven con ninguno de los dos padres. ¿Cuántos de esos niños están a cargo del ICBF? De acuerdo con las cifras del ICBF hasta el 31 de diciembre de 2012 existían 7.977 niños, niñas y adolescentes a cargo de la institución. Teniendo en cuenta que la cifra posiblemente ha aumentado, al Estado Colombiano le conviene ahorrarse esa “platica” y dejarles la obligación a más familias que deseen adoptar.

¡Ojo! No estoy diciendo que por ahorrarle gastos al Estado, la custodia de los niños y niñas se le deba dejar al primer aparecido, porque está bien constituido que sus derechos son prioridad. Aquí lo realmente importante es que esa familia con deseos de adoptar tenga solvencia moral y económica, sea una familia homoparental o la conformada por un hombre y una mujer.

Ahora yo me pregunto, ¿cuántas parejas homosexuales en Colombia tienen esa solvencia moral y económica? ¿Por qué no darles también esa responsabilidad de aportar a la crianza y educación de un niño o niña sin que lo hayan concebido de forma natural? ¿Acaso una familia homoparental no puede transmitir una herencia o conocimiento a sus hijos? Si bien el estado colombiano analiza esa situación, se aprovecharía de cierta forma para el beneficio de la niñez, el dinero y el aporte moral e intelectual de un homosexual y su pareja.

Por otra parte, el padre Pedro Mercado, secretario de la EpiscopalColombiana para las Relaciones con el Estado, se pronunció en nombre de la iglesia en una entrevista que dio al periódico El Tiempo, en donde afirmó que en caso de darse una sentencia favorable para la comunidad gay, la iglesia entraría a revisar detenidamente la actual colaboración que mantiene con el estado en procesos de adopción.

En palabras con menos eufemismo, la iglesia hubiera terminado con la colaboración en materia de adopción. Pero no es un secreto que muchos niños y niñas pierden a diario la posibilidad de tener un hogar digno porque es poca la respuesta de familias heterosexuales con conciencia adoptiva, y por más esfuerzos que se hagan, si no hay demanda, la oferta se ve afectada.






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