5/15/2012

Operación púrpura, descubriendo al psicópata

Por: Daniela Ballesteros, Paola Archila, Leidy Méndez y Nathaly López


El domingo 28 de febrero de 1993 la menor Sandra Catalina Vásquez Guzmán hija única del matrimonio entre Sandra Janeth Guzmán Aranda y Pedro Gustavo Vásquez Guzmán que duró más de 10 años ingresó en compañía de su mamá a la estación de Policía del Barrio Germania, ubicada en el centro de la capital colombiana en busca de su padre.

Al preguntar por el agente Pedro Gustavo, los policías dijeron que había sido trasladado. Sin embargo, la señora Janeth desconcertada exigió verlo y pidió que fueran a buscarlo. En ese instante Catalina desapareció de su vista.

La madre de la menor preocupada por la ausencia prolongada de Catalina emprendió una búsqueda en compañía de los agentes por toda la estación, en la cual al llegar a los baños del tercer piso hallaron el cuerpo de la niña colgado con una cuerda atada a su cuello y sangrando por lo genitales, aun estaba con vida y fue trasladada inmediatamente en una patrulla al Hospital San Juan de Dios, pero al ingresar al centro hospitalario la menor ya se encontraba sin signos vitales.

De inmediato la Fiscalía 20 de la Unidad de Permanencia inició la investigación para esclarecer el crimen; inicialmente detuvieron al padre de Sandra Catalina como principal sospechoso debido a que en ese momento nadie tenía conocimiento de su ubicación.

Mientras se adelanta el proceso de investigación para encontrar pruebas suficientes del autor del crimen, el policía y padre Pedro Gustavo Vásquez se encontraba retenido en los calabozos de la cárcel de Facatativa (Cundinamarca) en la Sección de Policía Judicial e Investigación (Sijín) esperando dichas pruebas.

Los investigadores que durante varios meses armaron el rompecabezas para determinar quién o quiénes habían sido los culpables dieron en el blanco. Después de evaluar las diferentes evidencias y de conocer los resultados de las pruebas genéticas realizadas por el FBI, llegaron a la conclusión de que ya estaban muy cerca del culpable.

Por tal razón, decidieron pedirle unos días más al fiscal del caso con el compromiso de entregarle al asesino de la menor Catalina Vásquez, y lo hicieron, las sospechas sobre el padre de la niña se fueron desvirtuando y desviando cuando todo empezó a apuntar hacia el ex-agente Diego Fernando Valencia Blandón quien días antes había sido destituido de la Policía por sus antecedentes de mala conducta, que lo involucraban con corrupción de menores y así las sospechas cogieron mejor rumbo. Su muestra de sangre y los residuos de semen encontrados en la ropa interior de la niña fueron analizados en Estados Unidos y el resultado fue positivo.

Mientras tanto en Colombia, los investigadores iniciaron la “operación púrpura” reunieron los nombres de los agentes que prestaban servicio en esa época en la III estación. Algunos estaban retirados de la institución y otros habían sido trasladados a diferentes partes del país. También examinaron los planos de la III estación, reconstruyeron paso a paso lo que ocurrió esa la mañana del crimen.

En una oportunidad pensaron que tenían resuelto el caso. Todo dependía de un testimonio, pero la persona clave, el agente Velásquez, había muerto meses antes en un atentado dinamitero de la guerrilla.

Según el informe de la agencia estadounidense, las muestras de ADN del patrullero Valencia Blandón coincidieron con el ADN encontrado en los residuos del semen examinado, según un informe publicado por SEMANA en 1995.

Fue llamado a rendir indagatoria en la fiscalía 31 del circuito penal de Paloquemao, Su testimonio fue contundente y aterrador. Confesó el crimen y durante varias horas relató lo que pasó en la mañana del domingo 28 de febrero en la III estación de Policía de Germania.

Reconoció que violó a Sandra Catalina y dijo que cuando la niña trató de escapar de sus manos, la tomó por los hombros, la ató con el cordón de ajuste de su chaqueta y luego la estranguló. Confesó también que una vez cometido el crimen colgó de una viga de un baño del tercer piso el cuerpo de la pequeña.

Detalles de la investigación arrojaron que Valencia Blandón era conocido como “Chimbis”, cuando se encontraba fuera de servicio lucía cadenas en el cuello, guantes negros y walkman, además, frecuentaba la esquina de la carrera 7 con calle 24, donde había hecho amistades con prostitutas, homosexuales, delincuentes y expendedores de droga, también fue visto varias veces en La Alameda, una zona del centro de la ciudad con características similares a la anterior. Eso y otras señales se ajustaban al perfil sicológico del criminal hecho por los investigadores.

El 13 de mayo de 1996 Diego Fernando Valencia Blandón, fue condenado, imponiéndosele 45 años de prisión, 10 años de interdicción de derechos y funciones públicas, la pérdida del empleo público y la obligación de indemnizar los perjuicios respectivos, fallo apelado por el procesado y confirmado el 15 de julio de 1996 por el Tribunal Superior de Bogotá.

En febrero de 2011 el Consejo de Estado le ordenó a la Policía Nacional que se disculpara públicamente con la familia de la niña y además obliga al Ministerio de la Defensa y a la Nación a indemnizar a las víctimas.

El acto de reparación se llevó a cabo en la Policía Metropolitana de Bogotá, a éste asistieron Vásquez, una de sus hermanas y el coronel retirado Luis Burgos, sin embargo, la madre de la menor Sandra Guzmán no estuvo presente.

Pedro Gustavo Vásquez, reconoció que las palabras de la Policía le proporcionaron "alivio" y perdonó al ex-agente de esa institución por haberle causado dolor y haber destruido su integridad personal, laboral y familiar.

De esta manera quedó resuelto el caso de la menor Sandra Catalina Vásquez Guzmán, por el cual la Policía frente a los medios de comunicación masiva del país pidió disculpas por ese atroz crimen y prometió que esto no volvería a suceder en la institución.

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