9/27/2011

DÍA SIN CARRO NI MOTO EN VILLAVICENCIO

Por Jennifer García

“Buen día para el medio ambiente pero malo para la actividad mercantil”, es así como don Fernando Morales distribuidor de pollos en el barrio Covisan  describe el día sin carro en la ciudad que lo acoge desde hace 8 años;  desde entonces no ha parado de rebuscar el sustento para su familia. Aunque el día anterior Juan Carlos su empleado no fue, sin más resignación don Fernando optó por surtir los supermercados al día siguiente: el viernes 16 de septiembre, “un día decente con el medio ambiente”.


¿Acaso era adivino para saber que era el día sin carro?, ¿Mantenía pendiente de las noticias que giraban a su alrededor? No. Porque él solo estaba en lo que estaba.  Cuando no estaba atendiendo el negocio, era repartiendo pedidos en la camioneta, o descansando en su casa. Pero desde hace días no lo hacía, por lo cual no se enteró de la medida.


Aquel día como de costumbre el reloj despertador sonó a las 7:30 y sin más ni menos abrió el negocio. “Era una mañana extraña, casi no había movimiento, parecía como si a todo el mundo se le hubieran pegado las cobijas” afirma. Y no se equivocó porque minutos más tarde en el chismorreo de la cuadra, se dio por enterado que quedaría mal con los clientes y que las ganancias de la venta al por mayor, se reducirían a las pequeñas compras que hacen sus vecinos, ya que se le daría cumplimiento a lo establecido en el Acuerdo 048 de 2009.


Distinta fue la jornada laboral de Jhoan Giraldo, quien es taxista desde hace poco menos de un año; y quien no había tenido la oportunidad de trabajar en un día como este en la ciudad. Él, en cambio, si estaba informado y hasta preparado psicológicamente para este viernes medioambiental. Y aunque el cuidado por la naturaleza siempre es una buena excusa, ya que el principal objetivo de esta iniciativa era contrarrestar los altos índices de contaminación ambiental y sonora en la capital, él asegura estar más contento con la comodidad de su billetera; ya que antes del medio día había ganado más de 100.000 pesos, lo cual para alguien que es propietario del vehículo como es su caso, significa poder irse a descansar todo el día; aunque no por eso lo haría.


En cambio decidió “camellar” hasta las ocho de la noche, una jornada para celebrar al final del día, con casi el triple de lo que generalmente le queda libre y la tranquilidad de un día sin estrés, sin congestión vehicular y con carreras rápidas y sin afán. “Todos los días deberían ser así”, asegura mientras ve como en la noche vuelven a salir los carros particulares, mientras él, cansado de manejar, guarda su vehículo y se dispone a celebrar.


Seguramente don Alfonso no pensó lo mismo, pero el también espero seguramente el final del día, aunque con cierto desconsuelo por los pedidos que no pudieron ser entregados. Fue así como no le quedo más remedio que sentarse detrás del enfriador todo el día, y esperar que sus vecinos no le fallaran con la compra.

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