3/16/2015

Taxistas indignados por competir contra un servicio de transporte digno.



Uber, esta es la alternativa de transporte que llegó a Bogotá a finales del año 2013, proveniente de los EE.UU. la cual presta sus servicios en más de 50 países de los cinco continentes del globo, y que desde su llegada a la capital se ha expandido hasta llegar a tres de las ciudades más importantes del país como lo son Cali, Medellín y Barranquilla.

Su sistema de operación se da a partir de una aplicación móvil, siendo esta característica una de las tantas por las que este sistema ha crecido mundialmente y ha llegado a tener tan buenas críticas entre sus usuarios.

Pero no todas las críticas son positivas, mucho menos cuando son competencia directa de uno de los gremios más importantes del país, como lo es el de los taxistas.

Que Uber sea un medio no legalizado por el Ministerio de Transporte, y que ofrezca más ventajas y un mejor servicio hacia los usuarios es algo que ha disgustado a los conductores de taxis, que en mi opinión, se han acostumbrado a prestar un mal servicio, cobrar más de lo debido, insultar usuarios, decidir a donde quieren ir y a donde no; por esto, se vuelve evidente que la llegada de una opción más confiable y segura iba a generar un inmediato rechazo por parte de ellos.

Tanto así, que ante la indignación que se ha originado a partir de esta nueva opción para el transporte han salido voces para mostrar su total rechazo al derecho que tienen los usuarios para decidir, entre las que más se destacan, se encuentra la de Freddy Contreras, un personaje digno de un circo, es un líder taxista  identificado como directivo de la Confederación Colombiana de Transporte Público, casi como una analogía a lo que son las cabezas gobernantes del país.

Como “objetivo militar” catalogó Freddy Contreras a Bogotá a partir del paro a nivel nacional que se tenía planeado para este lunes 16 de marzo, tal vez cegado por la misma ignorancia bajo la que sus colegas exigen beneficios sin ofrecer algún tipo de mejora en su servicio, aseguró además que llegarían hasta las últimas consecuencias con tal de erradicar Uber.

Lo anterior quedó demostrado el jueves pasado cuando bloquearon la salida de carros de este servicio luego de que se cumpliera el primer día del Estéreo Picnic en Bogotá, haciendo de esta forma alusión a la mediocridad que los gobierna, evidenciando que les queda más fácil intentar destruir la competencia antes que superarla por medios propios.

Pero acá no acaba todo, Natalia Abello, Ministra de Transporte, ha ratificado su posición a favor de los taxistas aclarando que las plataformas Uber y Uber X no serán legalizadas, que los proveedores de este servicio serán perseguidos y que los conductores de taxis tendrán un “servicio de lujo”.

De esta forma, solo se ignora a la población para beneficiar a un monopolio que no es más que una apología a la insuficiencia, gobernada y formada por individuos que no ven más allá de sus propios ojos, y que ante las necesidades de movilidad que haya actualmente en el país no son capaces de dar un paso al frente para mitigar esta problemática, sino que de una forma antagónica y perjudicial para la sociedad deciden actuar solo a favor de ellos mismos.

Este no es un conflicto menor, más si tenemos en cuenta los problemas de seguridad ocasionados por taxistas imprudentes y violentos, no es aceptable que el gobierno no permita un medio de transporte seguro para sus ciudadanos a sabiendas de las críticas y complicaciones con el gremio taxista.

Tampoco es perjudicarlos, porque también los hay honestos que solo buscan una forma de llevar dinero a casa, pero si están muy indignados por las nuevas alternativas que se ofrecen para la movilidad, así mismo los colombianos estamos indignados por el mal servicio que ofrecen, y con el gobierno por hacer caso omiso a las constantes exigencias del pueblo.

No podemos seguir siendo indiferentes y conformistas ante las problemáticas del país, porque nos seguirán llevando por el camino que más les conviene y evidentemente nunca va a ser el que más nos convenga.

Por: Nelson Aldana.

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