10/27/2011

Señales

2° Capitulo: La Sonrisa

Por: Manuel Torres

La observe, su respiración era muy débil, casi moribunda, di la vuelta, di un salto para evitar el fuego del cuarto, al hacer esto me encontré de frente a un mar rojo, la sensación de calor era más insoportable que una herida en un pie descalzo. Todo se estaba derrumbando, ya casi nada sostenía esa gran bodega, en el momento que las escaleras se desplomaron tuve que improvisar, salte como agarrándome del borde de la pared y luego me impulse para caer de espaldas dejando el fuego atrás, cuidando de que no se lastimara la pequeña niña, me pare de afán, corrí hacia la puerta tosiendo, ya casi sin poder ver nada, lo único en que pensaba era en llegar a la puerta y poder respirar. Esas ganas de cruzar ese fuego infernal resultaron en poder salvar una vida inocente.

Llego la policía, los bomberos, paramédicos y extrañamente salieron los vecinos, después de mi gran hazaña, nadie sabía cómo se ocasiono el incendio y yo no sabía de donde salió mi valentía.

¿Joven, es usted familiar de la joven? –Me pregunto un policía.

No, yo solo la rescate. –le respondí algo asustado.

Pero, ¿no conoce a la niña de alguna parte?, no aparece registrada en ninguna parte y su nombre se desconoce. –dijo el policía.

No señor, yo vi el incendio, entre, la vi y la salve. –le respondí, seguía asustado, pensaba que me iban acusar de algo.
 
Bueno, el incendio fue ocasionado por unas fallas de las maquinas parecía que había una fuga de gasolina, un corto circuito, el fuego estallo y la bodega entera se quemó. –me explicaba el policía.

Tal vez es hija de algún trabajador o esta extraviada. –le respondí y trague saliva.

No, ya llamamos a todos los trabajadores, ninguno tiene hijas y menos la dejarían olvidada en su trabajo, pero aquí lo importante es que usted la salvo, la gente de hoy en día debería tener sus pensamientos. –me dijo tocándome el hombre.

Créame, no querrán mis pensamientos, ja, ja. –le respondí irónicamente.

Bueno, esperamos que su espíritu heroico se cultive más en las personas, siga ayudando a su comunidad. –me dio la mano y se fue.

Quede algo sorprendido, pensé que me darían un premio o algo así, pero la verdad son algo tacaños por acá. Caminé hasta la ambulancia, el barrio entero me miraba como un héroe, esto me ponía algo incómodo, pero me llenaba de orgullo, trate de acércame a la niña pero no pude, no me querían dejar porque aún estaba inconsciente.

Atrás, atrás. –me grito un paramédico.

Solo quiero verla, el humo adentro no me dejo hace unos minutos. –le dije algo apenado.

En ese momento abrió los ojos, tosió, parecía muy exaltada, se levantó un poco de la camilla, dirigió la mirada hacia mí, sonrió de una forma muy peculiar, agacho la cabeza y luego se volvió a recostar. Ahora había quedado más sorprendido, ¿Qué fue esa sonrisa? Expresaba gratitud pero quiso decirme algo más, algo que no podía asimilar. El alboroto se calmó, los vecinos de nuevo a dormir, los autos policiales se alejaron y la niña se desapareció junto con la ambulancia. Bueno, era hora de volver a casa, cruce el puente de nuevo, pero ni siquiera quise mirar el rio, ahora solo quería llegar a mi casa. Atravesé la puerta, llegué a la cocina, serví un poco de agua y luego me acosté en mi cama, con mis brazos cruzados como si fueran una almohada detrás de mi cabeza. Miraba hacia el techo, pensaba en la sonrisa, trataba de sacarla de mi cabeza, pero a la vez entenderla, luego recordé que mañana tenía que ir al trabajo, mis ojos se cerraban, luego pensé de nuevo en la sonrisa, trate de analizarla desde otro punto de vista, pero mi mente quedaba blanco, ¿Por qué diablos me sonrió de esa forma?, recordé que no tenía comida en la nevera, comenzaba a amanecer, de nuevo llego a mi mente esa extraña sonrisa, ahora fui yo el que sonreí, me acomode boca abajo en la cama, cerré los ojos, contaba las horas que me quedaban para inventarle una excusa a mi jefe sobre el proyecto que no hice aunque me daba igual si me despedían pero algo me aseguraba que tendría un buen día, volví a pensar en la sonrisa.

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