Por: Manuel Torres
Lo que llaman real hoy, en los medios de comunicación, yo lo definiría como una “radiomentira”, siempre desinformando y tergiversando la verdad al punto de llegar a pensar que nadie está cuerdo frente a cualquier situación planteada por los medios de la comunicación. La televisión, nos bota tantas imágenes que interfiere con la señal de nuestro pensamiento dejando casi nula la motivación para opinar, todo esto hace que nuestras mentes entre en juego de azar, siempre apostando a las situaciones que nos plantean cualquier medio, arriesgándonos a no sacarle provecho a la información.
Las noticias -supuestamente reales- que nos venden a diario, entran golpeando tan
duro el cerebro que lo aturden creando cierta distracción generada por las propagandas cotidianas y que se presentan
en cualquier medio masivo. Este distractor, logra cautivar, exponer y llevar la
intelectualidad de los individuos a tal extremo que no piensan por sí mismos, es decir anula cualquier intento de objetividad
por parte del receptor.
Esta “radiomentira”, la de las noticias
convenientes para cierto tipo de personas, en cierto estatus social, la de
boletines inconclusos y transmisiones absurdas sin ningún valor cultural,
condenan masivamente a los usuarios, a ser controlados por organizaciones, que
solo pretenden ganar algo de audiencia
para satisfacer sus necesidades económicas, sin la más mínima intención
de mostrar la verdad al pueblo.
Subyuga de una forma tan burlona a los
televidentes, oyentes o lectores (sea cual sea el medio de comunicación) que
menosprecia su capacidad argumentativa y
subestima su actitud como pensador, limitándolo solo a manejar un control
remoto escuchando siempre la misma basura “lava cerebros”.
El concepto de “radiomentira” que he planteado
desde mi propio punto de vista, inspirado en algunos pensamientos,
explicaciones o tal vez en una frase al aire dicha por personajes muy
particulares que en este momento no recuerdo, encaja muy bien en el
cuestionamiento sobre la veracidad de la información que recorre el mundo
entero.
Es casi una
ley para las noticias de hoy en día, que sean estrictamente feriadas, sin
sentido y con un fin totalmente banal, convirtiéndose sarcásticamente en algo
verosímil, algo que es aceptado por esta sociedad sometida a las imágenes que
contaminan la imaginación investigativa de las personas.
Este es un
tipo de virus noticiario que entra sin permiso arrasando con cualquier
sensación, emoción o sentimiento. La
tarea que nos queda es la de exigir la verdad, cualquiera que haya sido.
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