10/05/2013

UNA ALFOMBRA DE NATURALEZA.

05/10/13 17:34
Por Laura Cadavid

En el interior de una ciudad creciente con los años, y por consecuente, asoladora de sueños verdes; aun puedo apreciar la uniformidad de su planicie llanera y la majestuosidad de sus montañas como belleza natural. Habito entre una Villavicencio  urbana y a su vez biodiversa, entre una contraria y peculiar  unión de dos ambientes diferentes, pero encantadora ante mis ojos.

Es lunes por la mañana, a eso de las 10 empieza mi recorrido, me siento emocionada, cómo no estarlo si voy a experimentar algo totalmente nuevo, a pesar de ser hija de este hermoso llano siento que aún no lo conozco y saber que me esperan lugares fantásticos y naturalmente exóticos causa en mí una gran conmoción.

Pasando por el río Guatiquía, sus cruces trenzados dispersan mi vista, una enramada de bracitos fluyen por su terreno pardo y yo transito por encima de ellos disponiendo del puente. Voy directo por la ruta del piedemonte llanero y a tan solo 3 kilómetros de la ciudad me detengo en el camino para visitar un Bioparque; y cómo no empezar por este hermoso lugar, construido para salvaguardar casi 200 especies nativas del llano, entre ellos mamíferos, reptiles, aves y peces. Un espacio inspirado en la paz, en el respeto al medio ambiente, un lugar propicio para preservar la mega diversidad de toda una región.

El recorrido empieza y el primero en recibirnos es el plegado ocarro, insignia del parque y merecedor de su nombre. Desplazándome por el sendero ecológico  construido sobre la represa de la quebrada Aguas Claras, me permito ir observando los bellos paisajes que la reserva Vanguardia aporta, tras estar cimentado el parque en esta. Continúo conociendo más especies residentes en este entorno natural simulado, comparto con ellas frutas  y semillas y por cuestiones limitantes apenas puedo tocar a algunas. He terminado mi recorrido y su duración se me ha hecho un poco corta, tal vez porque entre más conozco más me enamoro del ecosistema llanero, cada vez entiendo más de mi entorno y lo admiro por su belleza y su esencia natural, y eso hace que me entretenga y pierda con frecuencia la noción del tiempo.

Para el siguiente día, tengo como destino un nuevo parque, pero esta vez agroecológico,  ubicado en el vía Villavicencio- Puerto López, otro de esos lugares que cautivan exorbitantemente y sin lugar a duda a cualquier visitante. Por el camino voy conociendo aún más de paisajes encantadores y es que voy por la ruta del amanecer llanero, un placentero recorrido por lo más particular de la región, lo que la hace famosa, esa amalgama de colores naranja y verde entre el cielo y la tierra

Las fotos y los videos no se hacen esperar, pues yo soy de esas personas que lleva como fe dejar registro de lo que se ha hecho, pienso que por alguna razón han de existir las cámaras y en estos momentos son mi mejor compañía. A esta hora de la mañana, la carretera está libre de tránsito vehicular y el ambiente se siente más puro, la contaminación no está apuntando con tal severidad y el viaje se disfruta aún más.

Llegando al sitio tan esperado, la naturaleza empieza a evocar bonitas sensaciones y la reflexión es la manera más sincera de expresar el amor por la vida y la existencia. Metros cuadrados de lago, decorados con los espejos de agua más encantadores que jamás se hayan podido conocer; especies nativas como los gigantes roedores chigüires  y demás animales que se pueden apreciar en su hábitat natural. Las actividades en general son muy diversas, disfrutar de la inmensidad de las aguas  naturales, tener contacto directo con las especies nativas, desconectarse del ambiente urbano y disfrutar de estas maravillas son los principales atractivos de esta linda experiencia, definitivamente no cabe duda que el llano está lleno de grandes riquezas naturales.

La inmensidad de este hermoso paraíso es impresionante, confirma el hecho de que este sea el parque más grande de toda Latinoamérica; en primera instancia, nos recibe un fantástico pueblito representante de la cultura llanera, con todas las manifestaciones de un pueblo criollo y respetuoso de costumbres ambientales,   frente a él, el resplandor del lago y su brillo compaginado con deportes náuticos.

Continuando con el trayecto, la fantasía de las tres playas no se hace esperar, son espacios para la diversión y para distanciar las penas; el llano se hace presente con tal majestuosidad.

Ya está cayendo el atardecer, la noche está muy cerca, y seguir disfrutando  por este día ya no será más posible, ha oscurecido y es hora de regresar a casa.

En la mañana del día siguiente, mi tercera expedición comienza, y mi destino será una cascada poco conocida, claro está sin dejar de ser encantadora. Me dirijo por una nueva ruta, la vía entre Villavicencio- Acacías. A mitad de camino se encuentra un pequeño corregimiento llamado La Cuncia, antes de llegar a él, me desvío por un angosto sendero a la derecha, una carretera sin pavimento, frondosa y densa de arbustos, camino aproximadamente unos 5 kilómetros, y con el permiso de los propietarios de una finca, paso un alambrado y cruzo hasta llegar a la montaña que pende de la cordillera.

En la subida se toma un tiempo aproximado de una hora, el agite y el sol sofocan, pero las ganas de conocer este prodigioso lugar ponen fuerzas en cada paso que se da, ya casi se puede admirar su hermosura, entre las ramas y bejucos se alcanza a percibir el resplandor del agua, y el sonido de los líquidos que caen fuertemente  sobre las rocas. Tras al fin salir de las enredaderas y la tierra rugosa, se puede apreciar  una imagen panorámica del portentoso paisaje. El fluido de torrenciales y transparentes chorros de agua que se confunden con las hojas envueltas y absorbentes de musgo en las piedras, la corteza de los árboles y el sueleo  adornados por una extensa y verdosa capa natural.  Sumergirse en esta represa de agua es una experiencia encantadora, una fresca sensación de tranquilidad y calma, propicia para escapar de la rutina y la costumbre de la ciudad. Este refugio de delicada belleza, es un espacio de grandeza, diferente a lo que usualmente se puede encontrar en el llano, una manera distinta de apreciar la vida y la existencia.

Ha pasado ligeramente el día y es hora de ir a casa, plácida y satisfecha de haber disfrutado de toda la magia  que resulta esta riqueza natural viviente en el llano.

Pasa otro día, hoy es jueves, el último de los que he destinado para mi travesía. Por la vía que conduce de Villavicencio a Restrepo una cabalgata ecológica me espera, un viaje para recordar y vivir en carne propia los recorridos que nuestros llaneros antepasados realizaban a lo largo de estas tierras.  Pasar por trochas y lagos y sentir lo que significa cabalgar por ellos, con el agua hasta las rodillas y el galope disminuyendo, alrededor lo basto de la selva; las ceibas y los animales nativos que nos acompañan. Seguidamente hay una planicie de tierra circundante por los arbustos y humedales, son una gran cantidad de especies vegetales las que se pueden apreciar allí.

Vuelvo a cruzar el lago, pero esta vez el agua sube hasta la cintura y entra la sensación de querer bajarse del caballo, pero el animal sigue firme, sin miedo de nada, él sabe que es el dueño del terreno y nadie lo para, ni siquiera yo que debería llevar su mando. Por sorpresa aparecen de la nada una serie de palmas encarriladas unas con otras, es como una cadena de ramas, más adelante troncos pesados pero casi que flotando y una ruta en especie de túnel pero que en el fondo en vez de luz es de un color verde-oscuro y no se sabe que me espera.

Vuelvo a salir del agua, y a encontrarme nuevamente con tierra fértil y verdosa, a los lados una serie de montañas y casi que en el centro un circulo enorme, una cavidad con una especie de líquido teñido de color marrón por la arcilla se sus bordes y suelo.

Algunos disfrutan del trayecto en unos pequeños vehículos diseñados para  la aventura, pero yo prefiero hacerlo de una manera más natural y más ecológica, nada mejor que disfrutar de los bellos paisajes acompañada del viejo amigo del hombre el caballo.

Todo ha sido un deleite, abrirse paso para compartir con los árboles, el lodo, las rocas, el agua, los pastizales, la selva, las montañas, los suelos planos, toda la vegetación, toda la fauna y la flora silvestre y nativa, todo armoniza y envuelve al hombre en su historia, en una tradición llanera, que invita a  sentirse presente en ella.

He comprendido que esto hace parte de una sola realidad, y que debe ser preservada y salvaguardada, este tipo de viajes son los que despiertan la reflexión y las ganas de conservar las grandes riquezas que se tienen, ahora soy aún más consciente de la importancia del cuidado del medio ambiente, saber que podría llegar el día en que la misma naturaleza se rebele  y se canse del mal trato que nosotros los humanos le hemos dado y toda su grandeza deje de existir es algo lamentable, si no se decide a empezar desde ya a velar por su salud y bienestar.

No sabía con exactitud de qué tamaño es su hermosura, ahora comprendo que por ningún motivo los intereses económicos y las manos dañinas del hombre deben acabar con su vida.

Aún existen lugares encantadores, inspiradores, cada una con sus particularidades, múltiples ecosistemas y diferentes climas, todo hace parte de una infinita naturaleza, un tapizaje de muchos colores y que a pesar de todo aún resistente.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas gracias por tu comentario. A nosotros también nos habría gustado contar con registros de esos paisajes, pero estábamos participando en un concurso de periodismo que no permitìa imágenes en los artículos. Haremos lo posible para complacerte.