En el centro de Villavicencio, según estudios de la Secretaría de Medio Ambiente, los niveles de ruido superan los 90 decibeles, mientras que en las zonas residenciales excede el nivel permitido que es de 65 decibeles.
Pese a los esfuerzos realizados en el 2011 por el ex-alcalde Héctor Raúl Franco Roa, en materia de control de la contaminación auditiva, los villavicenses siguen sufriendo a causa del ruido excesivo en el centro y zonas residenciales de la ciudad.
El fin de semana
pasado, Cormacarena, con el apoyo de la Policía Metropolitana, adelantó
operativos en cuatro bares ubicados en la zona residencial del barrio Bosques de
Abajam, detectando que estos establecimientos sobrepasan los niveles de sonido
permitidos por el decreto 627 de 2006.
Los registros de
ruido en algunas vías céntricas de la
ciudad, como la "calle de las Palmaditas" y los sectores aledaños al antiguo
Ley, alcanzan los 95 decibeles, cuando el oído humano soporta máximo 60 decibeles,
llevando a que personas que trabajan en el sector sufran las consecuencias del
sonido excesivo como Juan Barrera, quien sufre
de estrés agudo a causa de estos excesos. "Casi todo el tiempo mantengo
con dolor de cabeza y ahora hasta tengo úlcera", dice, Barrera.
Guillermo Torres, propietario de la Estación de Servicio, manifiesta que el ruido es tan insoportable que en repetidas ocasiones ha tenido que llamar a la policía para que obligue a los vendedores de CD a bajar el volumen de sus equipos.
"Cuando
llego a mi casa, mis oídos zumban como si hubiera estado en un concierto",
comenta Anyeli Pérez, secretaria de la Estación de Servicio La Paz, quien tiene
que soportar el alto volumen de por lo menos tres equipos de sonido de los
vendedores de música de la zona.
Guillermo Torres, propietario de la Estación de Servicio, manifiesta que el ruido es tan insoportable que en repetidas ocasiones ha tenido que llamar a la policía para que obligue a los vendedores de CD a bajar el volumen de sus equipos.
Algunos
vendedores ambulantes como Coolman (sobrenombre dado por el vendedor), reconocen que la gente sufre a causa del
ruido pero, “si los equipos no suenan duro, la gente no sabe dónde estamos y
qué música tenemos, entonces no nos compran”, también nos comenta
que él igualmente sufre de migraña a causa de la exposición continua a los altos
niveles sonoros.
Para
evitar que esta situación empeore, el secretario de control físico, Víctor
Julio García Rodríguez, le solicitó, mediante un oficio, al gerente de la Emsa,
Jacobo Matus, iniciar acciones judiciales en contra de los vendedores
ambulantes que reincidan en las conexiones fraudulentas, ayudando así en la
recuperación del espacio público y en la disminución de la contaminación
auditiva. De igual manera, la Secretaría de Medio Ambiente, reanudará los
controles de sonido en la cuidad.
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