9/29/2011

Señales


  La Pluma incluirá una separata con cuentos por entregas. He aquí la primera. 

1°Capitulo: La Bodega

Por: Manuel Torres


Eran las cuatro de la mañana, hacia frio, mi chaqueta estába muy mojada por culpa de la lluvia, caminaba con las manos dentro de los bolsillos, mis pies intentaban calentarse,  pero mis calcetines estaban muy húmedos para permitirlo, las lámparas de las calles alumbraban radiantes aunque algunas parpadeaban como grandes ojos iluminados, seguí caminando y no había nadie a quien decirle “buenos días”, llegue hasta el puente y escuche el rugir del rio Támesis, mire hacia abajo no podía distinguir las olas dentro de esa oscuridad, me senté en el borde del puente moví los pies como jugando con el viento, mire hacia arriba, buscaba la luna, luego la mire fijamente intentando formar figuras en sus cráteres, una lámpara tintineaba así que me distrajo de la luna y sentí como mis manos temblaban al sentir el vacío en el que estaba sentado mi cuerpo era, un borde muy fino y la espalda de mis rodillas se aferraban fuertemente a él, quería levantarme y correr hasta mi casa pero algo me lo impedía era como una gran mano que presionaba mi cabeza y me mantenía sujeto a la barandilla de este puente. 


Me levante lentamente, brinque al piso del puente y di un gran suspiro, la fuerza que me mantenía enganchado al puente desapareció y nació otra que me obligaba a caminar, tal vez no era hora de nadar, comencé de nuevo a caminar, mi rumbo aún no había parado,  estaba por comenzar. Me di cuenta de que estaba llegando a la zona industrial, así que supuse que me encontraría con algún celador o trabajador pero me equivoque, las calles seguían solas, el silencio era completo, mis zapatos golpeaban el suelo, parecía que hacían música, podía escuchar como las gotas restantes en las farolas caían a los charcos. Intente hacer vapor con mi boca para calentar las manos porque el frio aumentaba. Me coloque la capucha de la chaqueta, hice un movimiento con la cabeza hacia arriba y fue cuando lo vi, un gran humo se desprendía de una gran bodega pensé que ya estaban comenzando a trabajar pero el humo era de un negro intenso luego me fije en las ventanas y se alcanzaba a ver un destellante brillo rojo. ¿Un incendio a las 4:30 de la mañana? Y parecía que hasta ahora comenzaba a propagarse, corrí a auxiliar el lugar, trataría de pedir ayuda pero ni un alma perdida andaba por ahí, las puertas estaban amarradas con una gran cadena y un enorme candado pero no servían de nada ya que estaban sutilmente sueltas tal vez alguien habría entrado a robar y ocasiono este gran incendio.


De un empujón abrí la puerta, quede parado justo enfrente de un incendio enorme, mis ojos comenzaron a sollozar, con mi mano me cubrí la boca, luego escuche un voz muy débil, que pedía ayuda y se escuchaba tan frágil que desaparecía rápidamente en el humo asfixiante. Me esforcé para seguirla, pero ese calor tan sofocante no me dejaba, el cambio de frio a caliente hizo que mis músculos sufrieran calambres comencé a cojear por culpa de uno en una pierna, la voz venia del segundo piso pero las llamas hacían que todo se derrumbara, ya no podía echar marcha atrás, como sea tenía que ayudar a la voz que me llamaba.

Di la vuelta y me trepe por la otra escalera, seguí buscando con desesperación el origen del sonido pero no lo veía por ningún lado, grandes vigas caían y caían, en pocos minutos la fábrica entera se iba a derrumbar, apenas podía cruzar por entre ese fuego, las llamas llegaron hasta mi pantalón, se comenzó a quemar y con mi mano rápidamente lo golpee varias veces para poder apagarlo, ahora un calambre en el brazo, di un salto y casi me estrello contra una gran puerta, la abrí, era de un cuarto, parecía que era el centro de manejo de las maquinas, había demasiado fuego, las llamas eran rápidas pero todo se quema muy lentamente, saltaron chispas y el bombillo exploto, me protegí con mis brazos el rostro, ahí fue cuando fije la mirada a una esquina de la habitación, debajo de una mesa al lado de unos paneles de control, una pequeña niña se encontraba ahogada por el calor y el humo la envolvía tanto que yo no la podía distinguir muy bien, recostada contra la pared, con su boca seca apenas pronunciado unas palabras con mucho esfuerzo pidió auxilio puso su triste mirada sobre mí y apenas voltio su cabeza, parecía que no podía mover sus manos, los pies se le encogían con lentitud para evitar el fuego, me acerque a ella con sumo cuidado, con los hombros arriba y los brazos en guardia por si algún accidente pasaba, corrí la mesa para un lado que extrañamente era el único objeto que no estaba ardiendo en llamas, me agache, la acomode entre mis hombros, no tuve que hacer mucha fuerza porque era muy liviana, la levante lentamente para no ir a lastimarla con movimientos bruscos, observe en su rostro algunas manchas negras culpa de las cenizas, di media vuelta para dirigirme hacia la puerta, ahora el problema era como salir.


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